Actualidad: Reseña sobre película
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Reseña y algunos apuntes de la película "Miocardio" (2025), de José Manuel Carrasco
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Práctica Privada, Madrid, España
Héctor Corradazzi, Práctica privada, Madrid, España. Psicólogo, psicoterapeuta. Asesor en temas de psicología en las artes audiovisuales y escénicas. Miembro de Grupo de Trabajo PSICOARTAES (Psicología y Artes Audiovisuales y Escénicas) del Colegio Oficial de la Psicología de Madrid
Páginas Artículo e15
DOI https://doi.org/10.5093/cc2025a15
EPUB 1989-9912-cc-16-2-e15epub.epub
Contenido
Escrita y dirigida por José Manuel Carrasco Producida por María del Puy Alvarado Una producción de Malvalanda Distribuida por Syldavia Cinema Con Marina Salas, Vito Sanz, Pilar Bergés y Luis Callejo Título original: Miocardio Año de producción: 2024 Año de estreno: 2025 Duración: 78 min Dirección de fotografía: Alberto Pareja AEC Montaje: Vanessa Marimbert Música: Laro Basterrechea Dirección de arte: Ana Medina Dirección de producción: Tamara Santos Pablo está en crisis. Una mañana en la que toca fondo, su teléfono suena misteriosamente. Es Ana, la chica que le rompió el corazón hace más de quince años. A lo largo de una jornada, Pablo podrá resolver cuentas pendientes y terminar de escribir ese capítulo de su vida. O puede que no… Pablo (Vito Sanz) Escritor que promedia los 40 años, atascado en un bloqueo creativo y una crisis existencial que evoluciona desde la desesperación al autodescubrimiento. La interpretación de Vito Sanz aporta una gama de sutiles matices que van de lo patético hasta lo tierno, desde la inocencia hasta la madurez. Ana (Marina Salas) Exnovia que reaparece pero transformada desde una actriz con futuro a una frustrada, llena de humor ácido y melancolía. Marina Salas demuestra una faceta irónica y profunda, cuya risa contagiosa (y por momentos incluso llevándola a la vergüenza ajena) estampa esas “verdades a la cara” que movilizan a Pablo. Personaje catalizador que, haciendo de espejo, en una danza de luces y sombras, estimula el cambio en Pablo. Algunos aspectos psico-emocionales destacables Cierre de ciclo: el guion se puede entender como un proceso de revisión cuasi terapéutico, narrativo. La repetición de la acción, del diálogo, del encuentro sirve como autoanálisis emocional . Las segundas oportunidades: se presentan los bucles temporales como una forma de revisión de la mecánica de errores que permite un crecimiento personal Metanarrativa: se puede entender que los personajes comentan en tiempo real (“estamos en el segundo acto…”) los avances en el guión, lo que genera conciencia, meta-cognición: Soy consciente de mi propio proceso. Emociones: al equilibrio entre comedia (alegría) y drama (tristeza) permitiendo la introspección sin caer en angustia vacua se le suman los procesos de asunción del miedo, como trasfondo paralizador del personaje. Crisis creativa: el bloqueo de Pablo refleja una depresión profunda que se expresa en su frustración profesional pero hunde sus raíces en su vida personal. Acto de sanación consciente: Carrasco expone en algunas entrevistas parte de un relato que fue, para él, un proceso de sanación personal, hecho desde el humor pero también desde el sentimiento. Una mirada a la película desde la psicología Nota del autor: Puede que lo escrito a continuación te “destripe” un poco la película, así que te recomiendo que la mires antes. Ya el comienzo de la película está enunciado, explícitamente, en la entrevista, que es una charla (película) íntima que veremos como un poco el tono general de la misma. Las resonancias con el día de la marmota, esa película de 1993, son evidentes, pero eso solo nos relanza a los comentarios del mismo Pablo sobre el concepto del Eterno Retorno en la obra de Friedrich Nietzsche. Cuestión que delata la profundidad a la que el relato pretende llevarnos. Un comienzo con posible suicidio hace la entrada de un drama existencial abrupto pero suavizado por el escupitajo de fármacos , ¿quizá una crítica a la industria farmacéutica? Desencadenado por una llamada. También ahí se lee la importancia del otro, de los otros, como seres sociales que somos y de la comunicación. El primer bucle con esa presentación de los personajes como “estoy bien – estoy bien”, con esa habitualidad fingida muy propia y extendida en las redes sociales, pero también en los encuentros fortuitos. Comunicación que en su función de intentar apariencia solo logra enunciar lo que niega. Una tendencia a la abstracción por parte de Pablo en este bucle y en particular en la conversación con la ex mujer nos recuerda, como terapeutas, a esos discursos abstractos, alejados de la realidad del sufrimiento humano. Destacaría una narrativa paralela en torno al agua (lo admito, no he encontrado referencias en las entrevistas que vi) como vínculo entre los personajes y la imposibilidad del fuego en esos mecheros que no encienden. Elemento, el agua, que en diferentes culturas, por ejemplo la taoísta, simboliza las emociones, el inconsciente colectivo, y en particular el miedo. Mientras que el fuego está más del lado de la alegría, en esos mecheros que no hacen más que fallar en su intento de felicidad. Los momentos de quiebre en la voz de Pablo hacia el final del primer bucle marcan, en mi opinión, el comienzo de un cambio en su relato, que no es otra cosa que un auto relato, que iniciará con el segundo bucle. En este segundo bucle se ve como hay algunas narrativas de Ana que pasan a ser del propio Pablo. El relato del otro se adquiere como propio. Y esto también se refleja en los rostros. La conexión por medio de la sonrisa entre ambos personajes nos muestra lo que desde la psicología y las neurociencias se estudian como la empatía, la importancia de las neuronas espejo, donde lo que veo lo siento. Donde empatizar con el relato del otro nos permite entender, comprender, aceptar y, en el mejor de los casos, integrar. “Hola, ¿me enseñas la casa?” marca una apertura a la curiosidad, ‘enséñame tu casa, enséñame tu Yo’. Curiosidad como elemento indispensable en la evolución psicológica de una persona. Explorar la casa, explorar nuestras habitaciones, abrirnos a descubrirnos y ser descubiertos. Pablo es un escritor cuya voz, en su único libro, se transforma en la película en otro personaje que va desde la ficción hacia la realidad y desde la autobiografía hasta la auto ficción a lo largo de la película. El libro, palabra escrita, se revela con sus múltiples interpretaciones desde cada lugar, del escritor y el lector. Al comienzo los personajes cumplen unos estereotipos muy antitéticos, desde el histrionismo más evidente en la comunicación no verbal de Ana hasta la contención y tendencia a la abstracción de Pablo. Pero irán mutando a lo largo del film. El tercer bucle implica, en mi opinión, cambio radical. El contacto físico entre ambos personajes que se funden en un abrazo y ese silencio, como diría Van der Kolk, “el cuerpo lleva la cuenta”. Ese contacto físico mezclado con un delicioso silencio permite evidenciar otra comunicación radicalmente diferente. Y como el cuerpo es carne, será por eso que, por fin, eso que Pablo va cocinando, llega a la mesa. Pero el cuerpo es movimiento, es apertura a las sensaciones, es salir a la terraza a recibir el sol, que nos saca de la oscuridad, en un espacio sin techo y sin límite. Podemos pensar que hay un movimiento que va desde el primer al tercer bucle que va de la ficción del relato construido a la ‘realidad’ más palpable, desde el relato más abstracto hasta la apertura a las sensaciones. Con el colofón del reconocimiento del miedo por parte de Pablo. El miedo, quizás una de las emociones más importantes a trabajar en una terapia y a la que no siempre se llega. Esto permite, en el inicio del cuarto bucle, enunciarse a si mismo como “hecho una mierda”. Ya no es el “estoy bien” como máscara, es “hecho una mierda, lo admito”. Esto le relanza a la necesidad de pedir ayuda, como paso fundamental en el reconocimiento de los propios límites del ser que busca sanarse al ser, del cerebro que busca sanar al cerebro, del cuerpo que busca sanar al cuerpo o como queramos interpretarlo ¿me explico? Por mi experiencia en el trabajo con artistas escénicos me parece interesante destacar lo que en un momento se menciona sobre la necesidad de la modulación de la emoción en la interpretación actoral, algo no siempre contemplado pero que, cuando no se logra, genera mucho sufrimiento al bajarse del escenario o cuando la cámara se apaga. Por último, la importancia del movimiento en ese “sal de ahí, Pablo” que se enuncia en los labios de Ana como un grito desesperado. Un ‘que no te pase como a mi’, nos devuelve otra vez al cuerpo como una de las fuentes del cambio. Sal de ahí, de ese lugar simbólico, pero también “sal de ahí”, mueve el cuerpo, cambia de casa, mueve cosas, genera cambios que solo en ese intercambio del afuera con el adentro (solo artificialmente conceptualizable) evolucionamos. En definitiva, la muerte y la vida, finales y comienzos que se entretejen. Y para reconfortar el corazón movilizado, el cambio de ritmo de la música al final endulza la tragedia con pinceladas de esperanza. Referencias |
Correspondencia
Para citar este artículo: Corradazzi, H. (2025). Reseña y algunos apuntes de la película “Miocardio” (2025), de José Manuel Carrasco. Clínica Contemporánea, 16(2), Artículo e15. https://doi.org/10.5093/cc2025a15
