Número 2 Vol. 14 2023


Actualidad: Reseña sobre película
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Reseña sobre la película El Hijo (2022) de Florian Zeller: Las difíciles relaciones entre padres e hijos en el siglo XXI

Patricia Acinas Acinas,a

Miembro de Psicoartaes, Papageno y Sepadem, España


Páginas Artículo e15

DOI https://doi.org/10.5093/cc2023a13

PDF 1989_9912_cc_14_2_e15.pdf

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Contenido

FICHA TÉCNICA

  • Título original: The Son (El hijo)
  • Año: 2022
  • Duración: 123 min.
  • País: Reino Unido – Francia
  • Dirección: Florian Zeller
  • Guion: Florian Zeller, Christopher Hampton
  • Música: Hans Zimmer
  • Fotografía: Ben Smithard
  • Reparto: Hugh Jackman, Zen McGrath, Vanessa Kirby, Laura Dern, Anthony Hopkins, William Hope, Akie Kotabe, Danielle Lewis, Nancy Baldwin, Reza Diako, Julia Westcott-Hutton, Rene Costa, Kenny-Lee Mbanefo, Patrice Bevans, Hugh Quarshie, Joakim Skarli, Isaura Barbé-Brown, Erick Hayden

Las relaciones padres e hijos a debate en la generación “Z”

El hijo al que se refiere la película, Nicholas, es un hijo adolescente. También hay otro hijo, que es el padre de Nicholas, llamado Peter. Es hijo también porque en la película aparece el padre (encarnado magistralmente por Anthony Hopkins) que aparece en apenas dos o tres escenas que dejan huella en la película.

El protagonista de esta historia, Nicholas, pertenece a la generación Z, que incluye a los nacidos entre 1997 y 2012. Algunos autores en informes sociológicos hablan de ellos como los Pos- millennials. Esta cohorte destaca por entender y relacionarse fácilmente con la tecnología, porque la época en la que crecieron y se educaron coincidió con un crecimiento digital exponencial y muy rápido.

Los millennials serían los nacidos en la generación inmediatamente anterior (entre 1981 y 1996). En estos últimos años las generaciones van transcurriendo de una manera mucho más rápida.

A partir de aquí comienza la reseña de la película. Si no ha sido visionada anteriormente por el lector, se avisa de que puede contener información que desvele aspectos relevantes de la película, incluido su final. Por lo que se avisa antes de continuar leyendo esta reseña.

Se trata de una película realista, verosímil y real. Historias parecidas a las que nos muestra la pantalla pueden haber sucedido en la vida real en los últimos años. Sin duda es una película asesorada por profesionales de la salud mental. Los créditos finales atestiguan este aspecto, indicando los profesionales que han formado parte del asesoramiento. El poder aportar la experiencia profesional de lo que sucede el día a día en el trabajo con estos jóvenes enriquece la película.

También podemos decir que la disciplina del psicólogo audiovisual y escénico se está y además de asesorar en guion, o al director, puede realizar sus funciones en otras fases y momentos del proceso de creación de una obra audiovisual (Fernández, 2016).

En la película se ve un buen ejemplo de los modelos familiares actuales, las familias complejas o reconstituidas y los diversos tipos. La que vemos en el film, es de las más frecuentes. Un padre que ha tenido una relación, con un hijo (el protagonista de la historia), se separa; el hijo vive con la madre. Y él inicia una nueva relación con otra pareja y tienen un hijo en común. En este caso un bebé de pocos meses. Al principio de la película ambas familias están separadas, pero a lo largo de la película las dos familias tienen más contacto y se van transformando, porque el hijo adolescente, pasa a vivir con su padre, la pareja de éste y su hermanastro (el bebé).

El contacto de Nicholas con este hermano es mínimo, por no decir inexistente. No se acerca apenas a él, por la situación psicológica que tiene de pérdida de sentido de la vida y acercarse a una vida en inicio, tampoco tiene sentido para él. Solo hay una ocasión en la que parece haber un acercamiento: cuando su padre y su pareja Emma, quieren salir con amigos y la canguro les falla; él se ofrece y se produce una escena tensa. El padre parece querer dejarle la posibilidad de hacerlo. Emma considera que no puede asumir la responsabilidad de hacerlo. Ella ha visto el malestar del adolescente porque está en casa (Peter trabaja mucho fuera de casa y no está demasiado tiempo con su hijo mayor), y ha habido algunas cuestiones de las que ella ha tenido que hacer algo (avisar a una ambulancia, decir al padre del chico que éste tenía un arma blanca bajo el colchón, alguna conversación en que el Nicholas sacaba su gran dolor interno…). De hecho, la mujer le dice “Tu otro hijo, también te necesita y estás siempre trabajando

Relaciones familiares en otras generaciones

El arranque de la película es que la madre de Nicholas le comenta al Padre, que Nicholas lleva 5 semanas sin ir al instituto.

En la película vemos que Peter trata de compatibilizar su importante trabajo (está a punto de ascender en el mundo de la política) con el cuidado de sus hijos, especialmente de Nicholas. Quizás cuesta entender por qué se vuelca tanto en el trabajo, se ven acercamientos afectivos al hijo, con más o menos pericia.

Entendemos mucho mejor a este personaje del padre (Peter) y cómo actúa, cuando se encuentra con su propio padre. El personaje interpretado por Anthony Hopkins, quien hace el mismo personaje que en la película de El padre, pero en un tiempo anterior (parece que ha habido indicios de una enfermedad, no se dice pero se presupone que es la demencia que visionamos en la otra película). Por esto la película de El hijo se considera una “precuela” de la película “El padre”. El encuentro entre ellos da buenas pistas de cómo es la relación entre ellos, el padre Anthony le dice a su hijo Peter. ¿Has venido a decirme lo buen padre que eres? ¿Qué quieres? ¿un aplauso?”

El padre de Peter, se nos presenta como alguien también dedicado al trabajo, pero con menos empatía y sentimientos hacia su prole, cuando era joven. De alguna manera se entiende que Peter intenta ser más cercano y afectivo con su hijo, pero no ha tenido modelos familiares que le ayudaran y que intenta compensar el malestar y vacío que sintió en algunos momentos de su infancia ante esa ausencia neta y clara de su padre. Hay referencia a una situación en la que el padre estaba en la ciudad sabiendo que la madre estaba muy mal y no hizo amago de ir a visitarla y estar con su familia.

Peter se plantea también en un momento abandonar la incipiente carrera política para poder dedicarle tiempo a su/s hijos/s, no hacer más viajes “Es mi hijo, no puedo abandonarle”. Algo que su padre no hizo con ellos en su momento (con él y con su hermana). Ahí parece haber un cambio, una posible reparación/transformación en el paso de una generación a otra, un posible aprendizaje. Queda la duda de si esa decisión está tomada en buen momento o se podría haber tomado antes.

El hijo que vive inicialmente con su madre, plantea a su padre ¿Puedo vivir contigo? Tras hablar con su actual pareja, el progenitor acepta que vaya a vivir con ellos.

El padre en algunos momentos se deja llevar por el enfado, por lo que produce en él de malestar la situación con su hijo, y pregunta de una manera algo inquisitiva: “¿Ha pasado algo? ¿Eres consciente de que pueden expulsarte?” (tras enterarse de que sigue sin acudir a clase).

En la película se ve que acude a terapia individual con un terapeuta que le plantea “Dices que no conectas mucho con las personas de tu edad” y la respuesta del adolescente es más bien evasiva, justificadora pero no va al fondo del problema. No desea compartir.

La conducta autodestructiva en los jóvenes

En los últimos años, y de manera más llamativa en los momentos pospandémicos, se está viendo como entre adolescentes, y cada vez más jóvenes, se están produciendo conductas de tipo autodestructivas, o llamadas también autoagresivas. Dentro de este concepto se incluyen conductas en la línea de progresión de la conducta suicida, pero también, y esto lo que más ha aumentado, lo que se ha llamado “autolesiones no suicidas”. Esto consiste en autoinfringirse cortes, golpes, incluso dejar de comer o de cuidarse en el sentido más amplio de la palabra. Los cortes suelen hacerse en lugares no visibles por los adultos o fácilmente camuflables para estos (por ejemplo, llevando manga larga). No suelen ser muy profundos, pero en ocasiones se infectan o puede ser necesario hacer curas “más profesionales”, o incluso suturas. La autolesión lo que hace es calmar la tensión interior insoportable. Cuando se produce el corte, golpe o similar, se produce una liberación de opiáceos endógenos que calma y produce un bienestar temporal breve. Se produce una asociación (condicionamiento) y cada vez es necesario hacerlo más veces, antes y con más intensidad. Como se puede deducir de esto, comparte algunas características con procesos adictivos, pero con consecuencias a nivel corporal y en ocasiones vital. Para algunos el hecho de ver manar la sangre produce una especie de efecto hipnótico que les evade de la realidad que no entienden o que no les entiende.

Vemos en nuestro protagonista, que siempre va descuidado, parece que va en pijama, chándal, con manga larga. A lo largo de la película descubrimos que esas autolesiones están presentes desde hace tiempo, que no lo ha compartido con nadie. El cuchillo que guarda debajo del colchón de su cama y que descubre la pareja de su padre, tiene está función. En algún momento vemos que se da golpes en zona occipital como medio de autorregulación. Nicholas verbaliza al respecto de las autolesiones “me alivia, me calma”.

No sale apenas de casa, no realiza ninguna actividad, no tiene planes de futuro “realistas”, cambia frecuentemente de opinión: primero quiere vivir con su padre porque su madre no lo entiende, pero cuando está con el padre le echa la culpa de lo mal que lo está pasando la madre y le dice algo así como “cuando haces daño a mamá, me lo haces también a mí”, en más de una ocasión. Y e otro momento le dice al padre, a modo de culpa o chantaje emocional “Siempre has estado dando lecciones sobre la vida, pero nos abandonaste”.

Ni que decir tiene que las autolesiones cuando se mantienen en el tiempo y van acompañadas de un gran malestar personal y vital, pueden mostrar el camino allanado hacia la conducta suicida con riesgo de muerte.

Para el protagonista es difícil explicar lo que le está sucediendo, pero en algunas ocasiones es capaz de decir algo como “No sé qué me está pasando” (llorando y abrazándose a su padre). No entiende lo que le sucede y lo que le ha llevado hasta allí, y no sabe qué puede hacer para cambiarlo.

A lo largo de la película vemos como el sufrimiento interno se va incrementando en el protagonista, haciendo casi insoportable la vida para él. Llegado el momento hay que trasladar a urgencias, llama Emma y también avisa a Peter quien va directamente a urgencias. Desde el servicio de psiquiatría plantean que Nicholas puede hablar un poco antes de que ellos hablen con los padres. Nicholas pide que no lo “encierren”, que lo lleven a casa. El psiquiatra explica que Nicholas está deprimido y como es su funcionamiento y toma de decisiones con ese estado. Además, explica los riesgos de irse de alta a domicilio, que el adolescente pedirá irse a casa y que consideran necesario el ingreso. Explican que es necesario seguir adelante con las terapias (está también presente el enfermero que ha estado con Nicholas durante la breve hospitalización). En imágenes se muestra una escena de súplica del hijo hacia sus padres para irse a casa; los padres siguen el criterio médico de mantener el ingreso y parece que es lo correcto, a pesar de tener la sensación de que “se parte el alma” ver como insiste en irse a casa. La siguiente escena nos muestra a los padres firmar la alta voluntaria para su hijo y se lo llevan a casa. El psiquiatra pidió a los padres que delante del propio Nicholas, dijeran que no se lo llevaban a casa, como una manera de reforzar al equipo en su intervención. Esto se hace más complejo si la decisión de los progenitores debe tomarse en estas condiciones. Si se hubiera planteado una conversación a solas posterior con los dos padres explicando posibles evoluciones de la conducta de su hijo, sin tener que tomar la decisión en su presencia y ante la presión de Nicholas de que no lo dejaran allí, puede que el resultado hubiera sido distinto (el equipo asistencial le habría comunicado lo que los padres habían decidido).

Ya en el domicilio, da la impresión de que el hijo está bien y de que esto ha servido para unir a la familia y a los padres; incluso se plantean hacer una actividad lúdica todos juntos. Previamente a todo lo que va a suceder el padre ya plantea “Espero no habernos equivocado”, porque de alguna manera premonitoria, no tenía la seguridad de que fuera a salir del todo bien.

Nos damos cuenta de cómo algunas cuestiones aparentemente sin importancia son luego relevantes en el desenlace de la película. Por ejemplo, sabemos a mitad de la película que el padre guarda un arma tras la lavadora, “para protegerse”. Cuando hacia el final de la película Nicholas deja a sus padres para ir al baño y se oye un disparo, entendemos lo que ha pasado y también nos damos cuenta de que nadie pensó en quitar esa arma de ese lugar para que las consecuencias no fueran las que realmente fueron. Esa mejoría o alegría de estar con sus padres en casa, no es más que la satisfacción de poner fin a su sufrimiento por los medios que tiene a su alcance (obviamente en el hospital, esto no habría sido posible)

Esto nos plantea varias cuestiones éticas y deontológicas, porque los profesionales comentaron bien lo que podría pasar, pero no pueden limitar por sistema la libertad de un menor si sus padres no dan su consentimiento.

Tras lo sucedido, la siguiente escena, nos lleva a un futuro (parece que ha pasado el tiempo tras ese intento de suicidio, que en ese momento no sabemos si fue consumado o no. Se nos muestra a Nicholas que viene desde Toronto en Canadá a ver a su padre, que tiene pareja, que ha hecho un libro que dedica a su padre que le ayudó en esos momentos difíciles. El espectador se tranquiliza porque parece que no ha sucedido nada irreversible y que Nicholas debió de seguir alguna terapia.

Pero la siguiente escena nos saca de dudas. Vemos a Peter roto por la muerte de su hijo hace ya varios años, que no ha podido elaborar la pérdida, que hay una culpa latente que está empapando su vida y que los recuerdos de su hijo están empañados por los “¿Y si...?” La escena anterior ha sido una proyección de lo que le hubiera gustado a Peter, que hubiera sucedido, que todo se hubiera solucionado sin consecuencias para nadie. Ya cuando están en el hospital, Peter verbaliza “Yo no estaba”.

En estas escenas atisbamos el dolor del duelo de los supervivientes de un suicidio, donde la culpa, la vergüenza, la soledad, la ira… son las emociones principales; que en este caso parece que se han acumulado en los 4 años desde la escena donde se escucha el disparo. Esto lo vemos porque el bebé ha crecido y tiene esta edad.

No sabemos qué le sucede a la madre, si también está viviendo un duelo especialmente difícil o no está en la vida de Peter. Y esto también es un elemento de reflexión para el espectador, porque cabe incluso la posibilidad de que la madre haya seguido el mismo camino que el hijo. En un momento de la película le dice a Peter, “Me siento un absoluto fracaso” (por querer ayudar a su hijo y no saber cómo hacerlo o no tener los resultados esperados cuando lo intenta).

Nos planteamos si ha habido intentos de ayuda hacia este menor y si estos han resultado efectivos, y/o si el propio Nicholas ha aceptado la ayuda que se le brindaba en diversos momentos. El padre le increpa en un momento diciéndole “He intentado ayudarte, darte ánimos ¿qué ocurre? ¿tomas drogas? ¿Crees que puedes vivir así, haciendo lo que te da la real gana?...” Lo que hay por debajo de estas frases daría para un buen debate de las relaciones padres e hijos.

Aspectos psicológicos, fílmicos y audiovisuales

La película “El hijo” es la segunda del director, que pertenece a una trilogía de las relaciones familiares. Florian Zeller, ha sido ganador del Oscar al mejor guion adaptado por El padre, con un protagonista como Anthony Hopkins que “borda” su papel de persona mayor con demencia (que también ganó la estatuilla). Actualmente tiene 43 años y ya es considerado como el dramaturgo contemporáneo francés más representado en el extranjero, Florian Zeller consigue con su ópera prima El padre, de hecho una adaptación al cine de su obra epónima para el teatro.

Es magistral la capacidad del director para meternos a los espectadores en el interior de la película y en la mente de los protagonistas; lo hizo en El padre (el espectador veía el mundo desde la mente “confusa” del protagonista) y lo vuelve a hacer en El hijo, cuando no sabemos si una escena entre el padre y el hijo, pertenece a un futuro real o una proyección de lo que al padre de Nicholas le hubiera gustado que hubiera pasado con su hijo. Luego descubrimos que es lo segundo y que el padre se encuentra inmerso en un duelo posiblemente complicado, con una posvención, que no sabemos si está acompañada terapéuticamente o no.

El rodaje de la película tuvo lugar en algunos lugares de Francia y sobre todo en Nueva York. La película está ambientada en esta ciudad y se ha rodado allí. Pero la trama y lo que sucede es cercano y cotidiano en buena parte del planeta en que vivimos. La ciudad de NY hace que la vida sea rápida, impersonal, que hagamos cosas a lo largo del día sin apenas fijarnos en los demás.

La película “El hijo” no decepciona si se ve con una mirada psicológica y actual, está bien construida. Va plasmando de manera dosificada muchas situaciones y también plantea algunas preguntas que el espectador debe responderse por sí mismo.

A lo largo de la película vemos varios flahsbacks, que contrastan con los momentos duros que viven como familia. Estos retornos al pasado nos hablan de un viaje a una isla italiana, cuando Nicholas era pequeño y era un niño feliz, que jugaba con su padre. Estas escenas están llenas de luz, que contrasta a nivel audiovisual con las sombras, con la incertidumbre y la oscuridad de las escenas del presente. Y vemos como de los 6 a los 17 años de edad ha cambiado notoriamente la vida del protagonista de la historia, Nos preguntamos por qué, pero no encontramos respuestas. Se intuyen causas multifactoriales (no únicas) y posiblemente circunstancias que no están contadas de manera explícita en la película. Este uso de las elipsis narrativas (lagunas o falta de información) cumple en la película con esta función de favorecer la reflexión por parte del espectador. La madre en el presente hace referencia a esos momentos buenos “¡Antes había tanta alegría en nuestra familia!”.

Por otro lado, una película no es la misma, sin la música que la acompaña y que da valor a algunas escenas, aumentando su carga emotiva o dramática. En esta película han tenido la suerte de contar con uno de los grandes compositores de bandas sonoras del momento. Hans Zimmer (autor de la música del Rey León, Batman, El código Da Vinci, Gladiator, Interestelar o la famosa Piratas del Caribe) ha conectado muy bien con la historia y ha planteado una banda sonora discreta, pero profunda en los momentos en que hacía falta, cuando se producían los momentos más intensos y duros de la historia. También la música ha servido para crear atmosferas y escenarios temporales, alternando como era la vida en distintos momentos temporales (la niñez de Nicholas y la situación actual con las crisis que se producen). También forman parte de los flashbacks. Son unos 20 minutos repartidos en 9 fragmentos sonoros. Es la primera colaboración del compositor con el director.

Tras los títulos de crédito, al final, podemos ver una amplia oferta de recursos específicos de ayuda ante suicidio, fundamentalmente en el ámbito anglosajón. Permanecen en pantalla bastante tiempo, pero prácticamente nadie en los cines se queda hasta que terminan todos los créditos. Si se quiere hacer una labor preventiva del suicidio (OMS) es mejor poner esos mensajes en cuanto finaliza la película y antes de plantear los títulos de crédito principales.

La película está dedicada a Gabriel, que es el hijo del Director Florian Zeller, que hace un guiño a su propio hijo. Parece que hay prevista una tercera película de la trilogía, titulada La Madre que de momento está en proyecto. Igualmente, basada en una obra del teatro del mismo director que está en cartel en Francia en la actualidad.

Resumiendo, es una película dura, actual, fruto de los tiempos que vivimos; remueve por dentro y plantea muchas preguntas cuya respuesta debe encontrar cada espectador. Duele ver el sufrimiento de Nicholas, y las dificultades de este adolescente por tratar de construir su vida sin dolor interno. Si trabajamos como terapeutas con familias y especialmente con adolescentes, su visionado y análisis está recomendado. Puede servir para plantear intervenciones terapéuticas alternativas o cómo asesorar a las familias en estas circunstancias, sobre todo como plantear ingreso terapéutico.

aPatricia Acinas Acinas es Psicóloga Sanitaria. Magisterio (Educación Infantil). Miembro del GT PSICOARTAES (Psicología y Artes Audiovisuales y Escénicas) del Colegio Oficial de la Psicología de Madrid. Experta en Psicología de Emergencias, Crisis, conducta suicida. Psicooncología, Cuidados Paliativos, Duelo, Discapacidad. Docente y formadora en diversas entidades públicas y privadas.

Bibliografía complementaria

Enlaces a trailers y recursos de la película

Correspondencia

Para citar este artículo: Acinas, P. A. (2023). Reseña sobre la película “El Hijo” (2022) de Florian Zeller: Las difíciles relaciones entre padres e hijos en el siglo XXI. Clínica Contemporánea, 14(2), Artículo e15. https://doi.org/10.5093/cc2023a13